La política costarricense durante 2016 fue dominada por el debate y eventual fracaso de las reformas tributarias promovidas por la administración Solís. Este fracaso es emblemático de una crisis de gobernabilidad más generalizada, marcada por crecientes niveles de fragmentación y polarización partidaria que hacen cada vez más difícil forjar acuerdos sobre temas nacionales de transcendencia. Las elecciones programadas para febrero 2018 dominarán la política durante 2017.