Libertad de expresión y cultura
DOI:
https://doi.org/10.7764/cdi.1.858Resumen
La tendencia a la expresión es inherente al espíritu humano y se da en la historia aún mucho antes de que una mano misteriosa trazara las bellas figuras en la piedra de las Cuevas de Altamira, en el norte de España. No sólo allí, sino virtualmente en toda la tierra y en una muchedumbre sucesiva o simultánea de culturas ha ido quedando sembrada la huella del quehacer creador del hombre, sus emociones, sus visiones, sus interrogaciones. Las expresiones del orante, del predicador, del poeta, del cantante y del músico, del pintor y del escultor, del filósofo y del teólogo se confunden con el memorial de la cultura humana, con el testimonio del paso del hombre sobre la tierra.