Cobertura de prensa de los Derechos Humanos en Afganistan: Pecados de omisión
DOI:
https://doi.org/10.7764/cdi.1.869Resumen
El viaje de Islamabad a Peshawar, la gran ciudad antigua sobre la frontera que separa a Pakistán de Afganistán, es uno de los más espectaculares del mundo. El camino serpentea por un valle de incomparable belleza, recorrido desde milenios por las huestes de Gengis Khan y del Imperio Británico, las tribus patanes y los ejércitos de los emperadores de Persia. Fortalezas que se descuelgan sobre el valle a semejanza de enormes aves de rapiña aguardan al viajero a la vuelta de cualquier recodo. Los griegos estuvieron allí, y también los alemanes, y, en la actualidad, están allí los afganos, aunque no en calidad de potenciales conquistadores. Se trata, esta vez, de los tres millones de tribeños -gente honesta y pobre- que huyeron de los 154 mil soldados soviéticos que invadieron Afganistán pero que, a pesar de devastarlo, han sido incapaces de conquistar ese reino de hombres simples pero honorables